La dieta cetogénica para la prevención y el tratamiento del Alzheimer ¿puede ayudar?

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Anne y sus padres

“Me gustaría probar la dieta keto. Intentaré cualquier cosa que pueda ayudar a mi memoria”, dijo mi madre de 91 años a fines de enero de 2018.

“Vamos a probarla”, dijo mi padre, de 92 años. “¿Qué perdemos intentándolo?”

Mis padres, ya ancianos aunque independientes, que viven solos y que están envejeciendo bastante bien, están muy motivados con la idea de mantener sus cerebros funcionando a un nivel óptimo. Una pérdida significativa en las habilidades cognitivas de cualquiera de ellos podría amenazar seriamente su tan querida libertad y reducir en gran medida su calidad de vida.

Durante los últimos tres años, sus hijas, yernos y algunos de sus nietos habíamos adoptado la dieta cetogénica y ellos nos habían escuchado festejar lo bien que nos sentíamos. Algunos de nosotros comentamos sobre cuánta mejoría sentíamos en cuanto a claridad mental, una ventaja inesperada del estilo de vida cetogénico.

Así que se preguntaron: ¿la reducción drástica de carbohidratos y el consumo de más grasas beneficiarían a sus cerebros? Mi madre había comenzado a experimentar algunos problemas de memoria que la tenían frustrada y asustada, como tener dificultades para escribir las cosas que necesitaba en su lista de compras: sabía lo que necesitaba, pero los nombres o la ortografía a veces se esfumaban. Había renunciado voluntariamente a conducir el año pasado porque sabía que, en momentos al azar, especialmente en situaciones de estrés, podría tener momentos de confusión. Papá todavía tenía una buena memoria, pero sentía que su memoria no era tan fuerte como le gustaría. ¿Podría una dieta cetogénica ayudar a retardar o detener un mayor deterioro cognitivo en su etapa final de la vida?

Eran intelectualmente curiosos y estaban impacientes por descubrir el resultado. Y yo también.

Así que a mediados de febrero dejé mi casa en la costa oeste de Canadá y volé cinco horas hasta la casa de mis padres, al norte de Toronto. Me mudé con ellos por un mes para entrenarlos en la alimentación keto y para ayudarlos a hacer las compras, planificar las comidas y cocinar.

Tenía Ketostix y un medidor de cetonas en la sangre para controlar sus niveles de cetonas. Tenía una cinta métrica y una báscula para medir el peso y la grasa corporal para asegurarme de que no perdieran demasiado peso. También tenía pruebas validadas de evaluación cognitiva para ayudar a trazar y documentar cualquier cambio en sus habilidades cognitivas durante nuestro experimento de un mes.

Son, quizás, la pareja más vieja que haya intentado públicamente el reto keto de Diet Doctor. Lo están haciendo no para perder peso ni para revertir la diabetes, sino con la esperanza de que pueda beneficiar a sus cerebros.

¿Podrán entrar fácilmente en la cetosis y sentirse bien al hacerlo? ¿Producirán suficientes cetonas para actuar como combustible alternativo a la glucosa para las necesidades energéticas de sus cerebros? ¿Mejorarán sus habilidades cognitivas de manera mensurable?

Mis conejillos de indias (mis padres) y yo queríamos averiguarlo.

La enfermedad de Alzheimer y otras demencias: el creciente flagelo

La enfermedad de Alzheimer y otras afecciones neurodegenerativas relacionadas que afectan la memoria, el comportamiento y la toma de decisiones, son ahora una epidemia que afecta a todas las sociedades occidentales.

En la actualidad, se estima que hay 50 millones de casos de Alzheimer y demencia en todo el mundo, que aumentan en 10 millones de personas cada año. En Europa occidental son 7,5 millones las personas afectadas y, en América del Norte, son 5 millones de personas. Se espera que esas cifras aumenten en más del 200 % en los próximos 30 años, alcanzando los 150 millones de casos en todo el mundo hasta el 2050.

Los actores de riesgo para la enfermedad de Alzheimer que pueden modificarse incluyen diabetes tipo 2, obesidad, síndrome metabólico y presión arterial alta, factores todos que, aquí en Diet Doctor, sabemos que pueden mejorar con una dieta cetogénica baja en carbohidratos.

Dad-snowblowingMis padres están dentro de la porción demográfica más protegida del Alzheimer. Son altamente cualificados: él fue cirujano general y profesor de cirugía en tres escuelas de medicina canadienses; ella, antes de criar a su familia, era una estudiante becada en la universidad y trabajaba como asistente de investigación de posgrado en el laboratorio de los que descubrieron la insulina, ganadores del Premio Nobel. Están acomodados económicamente, socialmente comprometidos y han estado físicamente activos toda su vida. Abandonaron el esquí semanal a los 83 años, pero papá aún disfruta usar el soplanieves para limpiar la entrada durante los duros inviernos de Canadá (¡y no deja que nadie lo ayude!).

Un factor de riesgo imposible de cambiar es el incremento de edad. Cuanto más anciano, mayor es el riesgo de demencia. Un tercio de los mayores de 85 años tiene algún tipo de deterioro cognitivo. Con cada año que pasa, a medida que ingresamos al final de la octava década, la incidencia de demencia aumenta exponencialmente, llegando a más del 70 % al final de los 90.

Por razones desconocidas, el envejecimiento del cerebro de las mujeres es más vulnerable al Alzheimer que el de los hombres, con el triple de la incidencia de demencia y el doble de velocidad de deterioro.

Todavía no hay cura ni tratamiento efectivo. Las investigaciones realizadas durante las últimas dos décadas han sido cada vez mayores y actualmente se están realizando más de 2200 ensayos clínicos para diversas intervenciones en todo el mundo, incluidos estudios en varias fases de más de 100 nuevos medicamentos. Pero el historial de efectividad de los medicamentos ha sido sombrío. De hecho, desde el 2003, más de 240 medicamentos han fallado los ensayos clínicos, siendo el 2017 un año particularmente decepcionante.

No es de extrañar, por lo tanto, que las encuestas muestren repetidamente que la mayoría de las personas mayores de 65 años temen a la enfermedad de Alzheimer más que a cualquier otra afección de salud, incluso el cáncer.

Mis padres comparten ese miedo. Si una dieta cetogénica tiene una posibilidad muy pequeña de ofrecer un impacto positivo, ellos quieren probarla.

Al cerebro le gustan las cetonas

Desde hace tiempo se conoce que el cerebro puede usar dos combustibles para sus necesidades energéticas: 1) glucosa o 2) cetonas. La glucosa es el producto de la descomposición de los carbohidratos que comemos o se produce a través de nuestro hígado mediante un proceso llamado gluconeogénesis (que literalmente significa “hacer nueva glucosa”). Las cetonas son el producto de la descomposición de la grasa en ácidos grasos, ya sea de la grasa en nuestra dieta o de la grasa almacenada en nuestro tejido adiposo.

La evidencia de que ciertas funciones cerebrales dañadas pueden mejorar con un aumento en el uso de cetonas para el combustible cerebral ha existido durante casi un siglo. Desde la década de 1920, se sabe que la dieta cetogénica reduce la frecuencia y la gravedad de las convulsiones en niños con epilepsia. Desde entonces, varios investigadores han planteado la hipótesis de que aprovechar el metabolismo de la cetona puede tener aplicaciones poderosas en muchas otras áreas de la salud cerebral.

Diet Doctor tiene una serie de videos y publicaciones sobre los impactos positivos de la dieta cetogénica para migrañas, cáncer cerebral, y lesión cerebral traumática (último enlace en inglés). Anecdóticamente, muchas personas que adoptan la dieta cetogénica reportan mejoras en su salud mental, como la ansiedad, la depresión y la enfermedad bipolar, pero la base investigativa, aunque prometedora, es escasa según algunas personas. La psiquiatra Dra. Georgia Ede tiene una visión más optimista. “Mi mantra es que la forma más poderosa de cambiar la química cerebral es a través de los alimentos, porque de ahí es de donde provienen las sustancias químicas para el cerebro”, dice.

Si bien los mecanismos exactos de las cetonas en la salud cerebral aún no están claros, un artículo de 2017 en la revista Neurochemistry resumió lo que sí se conoce: las cetonas como combustible en el cerebro han demostrado mejorar la respiración mitocondrial (producción de energía), aumentar los factores de crecimiento neuronal, fortalecer la señal enviada entre las sinapsis, reducir la inflamación del cerebro y reducir el estrés oxidativo. Estos efectos, señala el documento, parecen tener implicaciones posteriores para una amplia variedad de vías funcionales cerebrales.

“Una dieta cetogénica para prevenir o incluso tratar la enfermedad de Alzheimer tiene mucho sentido para mí. No se pierde nada al intentarlo “, dice la Dra. Ede. “Es un área de gran potencial”.

Un libro popular reciente que promueve la dieta cetogénica para la prevención del Alzheimer es The Alzheimer’s Antidote (El Antídoto para el Alzheimer) de Amy Berger.1 Otro libro de 2015, escrito por la doctora Mary Newport, detalla cómo disminuyó la enfermedad de Alzheimer de su esposo al darle suficiente aceite de coco, aceite MCT (triglicéridos de cadena media derivados del aceite de coco, aceite de almendra de palma y productos lácteos) y suplementos de cetona.

Evidencia científica: los cerebros con Alzheimer muestran una captación reducida de glucosa

En la enfermedad de Alzheimer, hay una resistencia, documentada, a la insulina en el cerebro. Esta resistencia dificulta la absorción de glucosa como combustible, señala la Dra. Ede en su video del 2017 sobre la reducción de la resistencia a la insulina para prevenir el Alzheimer. También profundiza en el tema, en una columna para Psychology Today, con el artículo “Prevenir el Alzheimer puede ser más fácil de lo que piensas”.

La resistencia a la insulina del cerebro como factor asociado con la enfermedad de Alzheimer está tan bien documentada que algunos investigadores han llamado “diabetes tipo 3” a la enfermedad de Alzheimer. Esta resistencia del cerebro a la insulina, que previene que el cerebro utilice la glucosa sin importar cuán alto sea el nivel de azúcar en la sangre, ayuda a explicar los índices más altos de Alzheimer entre las personas con diabetes.

Sin embargo, la resistencia a la insulina del cerebro afecta la captación de glucosa incluso en personas sin diabetes a quienes les faltaría muchos años para esperar cualquier síntoma cognitivo. Esto sucede en personas con prediabetes y en los cerebros de mujeres jóvenes con síndrome de ovario poliquístico, un trastorno metabólico reproductivo en el que la resistencia a la insulina es uno de los factores, y para el que se sabe que una dieta baja en carbohidratos y alta en grasas (LCHF) o cetogénica es de mucha ayuda.

“Sabemos que, en la enfermedad de Alzheimer, el cerebro pierde su capacidad de usar la glucosa”, dijo el Dr. Stephen Cunnane, PhD, de la Universidad de Sherbrooke, en Quebec. Cunnane y su equipo están entre los líderes mundiales que hacen uso de la tomografía por emisión de positrones, o tomografía PET, que utiliza moléculas de glucosa con etiquetas radioactivas para visualizar cómo las células del cerebro absorben el azúcar.

Se conoce, desde principios de la década de 1980, a través del uso de la exploración PET, dice Cunnane, que el metabolismo de la glucosa en el cerebro se ve afectado en las personas con Alzheimer. El problema con la capacidad de absorber la glucosa del cerebro envejecido para obtener energía se puede ver en estudios con imágenes del cerebro muchos años antes de que empiecen a aparecer los síntomas de problemas cognitivos.

“En la enfermedad de Alzheimer, algunas áreas del cerebro se han reducido en un 40 % en términos del metabolismo de la glucosa. Creemos que esta brecha de energía aumenta el riesgo de disfunción neuronal y deterioro cognitivo “, dice Cunnane.

Cunnane es autor de más de 60 estudios que evalúan el metabolismo de la energía cerebral por medio de imágenes PET, especialmente en la enfermedad de Alzheimer y otras demencias. Los estudios de su equipo han encontrado que si bien la captación de glucosa se altera en los casos de Alzheimer temprano, la posibilidad del cerebro de utilizar las cetonas para obtener energía no se ve afectada.

En una presentación de febrero de 2018 “¿Pueden las cetonas disminuir la velocidad del Alzheimer?”, Cunnane compara nuestros cerebros con un automóvil híbrido que puede funcionar con glucosa o con cetonas. Si ya no funciona bien con la glucosa, es muy sensato que las personas cambien el combustible a cetonas, ya sea mediante una dieta cetogénica o consumiendo suplementos de cetona. “Intentar tratar el déficit cognitivo temprano en la enfermedad de Alzheimer por medio de intervenciones cetogénicas en ensayos clínicos es seguro, ético y científicamente bien fundado”, señaló Cunnane en un artículo de 2016 titulado: “Can Ketones Help Rescue Brain Fuel Supply in Later Life? (¿Pueden las cetonas ayudar a rescatar el suministro de combustible cerebral en la tercera edad?)”.

Primeros ensayos clínicos: resultados preliminares prometedores

Alzheimers

Si bien las razones científicas para usar cetonas en la enfermedad de Alzheimer son muy sólidas, todavía son vistas como un enfoque novedoso y poco ortodoxo por la gran mayoría de los investigadores y clínicos de la enfermedad de Alzheimer. Si bien se han llevado a cabo varias intervenciones con ratones y ratas, en humanos solo se han realizado unos pocos ensayos clínicos en medio de miles de otros ensayos clínicos para el Alzheimer. Aquí hay un resumen de algunos estudios notables:

  • Uno de los primeros ensayos en humanos se realizó en el 2004, cuando investigaores japoneses estudiaron a 19 adultos sanos y cognitivamente normales mayores de 60 años. Los alimentaron con una comida cetogénica con aceite de MCT, midieron las elevaciones de las cetonas en sangre y luego las analizaron mediante pruebas cognitivas 90 y 180 minutos después de la comida. Aquellos con las peores puntuaciones cognitivas antes de recibir cetonas mostraron la mayor mejora en la memoria funcional, la atención visual y el cambio de tareas después de recibir cetonas.
  • En el 2012, unos investigadores de EEUU liderados por el Doctor Robert Krikorian asignaron al azar a 23 adultos mayores con deterioro cognitivo leve a seis semanas de una dieta cetogénica muy baja en carbohidratos o a seis semanas de una dieta alta en carbohidratos y baja en grasas. Los que siguieron la dieta cetogénica no sólo perdieron peso y medidas en la cintura, sino que también vieron mejoras en el azúcar en sangre en ayunas y en los niveles de insulina en ayunas. Lo más importante es que el rendimiento en las pruebas de memoria mejoró considerablemente en el grupo bajo en carbohidratos, con las mayores mejoras entre los que lograron los niveles más altos de cetonas en sangre.
  • En diciembre de 2017, un equipo de investigadores de Kansas publicó los resultados del “Ensayo de retención y factibilidad de la dieta cetogénica (KDRAFT, por sus siglas en inglés)” que incluyó a 15 participantes con Alzheimer leve y moderado. El estudio puso a los 15 en una dieta cetogénica durante tres meses y añadió el consumo de aceite MCT para lograr niveles más altos de cetonas en la sangre. Se requirió que un miembro de la familia cocinara para ellos durante cuatro meses. Los cuatro sujetos con Alzheimer moderado se retiraron del estudio: la intervención fue demasiado pesada para sus cuidadores. Pero 10 de 11 con enfermedad de Alzheimer leve se mantuvieron en la dieta y vieron una mejora promedio de 4.1 puntos en las pruebas cognitivas, que es una mejora significativa (una mejora clínica de 3 a 4 puntos se considera “clínicamente significativa” en pruebas de medicamentos para el Alzheimer). Un mes después de suspender la dieta, se perdieron las mejoras en el rendimiento cognitivo de los sujetos.

“Aunque se necesitan más estudios, esto sugiere que la dieta tuvo un efecto tan bueno o mejor en las personas con Alzheimer leve que cualquiera de los medicamentos disponibles actualmente para la enfermedad. Si una nueva intervención farmacológica hubiera logrado ese grado de mejora, la gente habría saltado de emoción”, dijo la Doctora Ede sobre el ensayo de Kansas.

Cunnane anunció los resultados de un ensayo grupal controlado aleatorizado de seis meses de suplementación con cetona (30 g de MCT por día) en el deterioro cognitivo leve en el Congreso Internacional de la Asociación del Alzheimer en Londres en julio del 2017. “Los resultados cognitivos fueron bastante alentadores. Con lo aprendido en este estudio (cuya data ya fue publicada en Mayo del 2019), recomendaríamos 40-45 g por día de MCT en lugar de 30 g”, dijo.

Actualmente, se están realizando dos ensayos clínicos más en los Estados Unidos que examinan el efecto de una dieta cetogénica en pacientes ancianos con Alzheimer leve o moderado:

  • Un estudio, realizado en la Universidad de Wake Forest en Carolina del Norte, está en el proceso de examinar el impacto de las dietas ricas en grasas y bajas en carbohidratos y las dietas ricas en carbohidratos y bajas en grasas sobre la memoria, los bioindicadores y la neuroimagen de dos grupos de adultos: un primer grupo con prediabetes pero todavía sin síntomas de ningún deterioro cognitivo, y un segundo grupo con síntomas de deterioro cognitivo leve. Un tercer grupo de adultos mayores sanos será el grupo control, y se evaluará su memoria y bioindicadores, pero no se los someterá a ninguna intervención dietética. Se espera que este estudio exponga sus resultados al final de 2019.
  • El segundo estudio, de la Universidad Johns Hopkins en Baltimore, aún está reclutando activamente a 60 adultos de la comunidad, mayores de 65 años, con un deterioro cognitivo leve o con Alzheimer temprano. A ellos y a un cuidador se les instruirá cómo llevar una dieta cetogénica de menos de 20 g de carbohidratos al día. Se les hará un seguimiento durante 12 semanas registrando indicadores alimenticios, medidas y pruebas cognitivas. El estudio requiere que un adulto que no tenga deterioro cognitivo viva con el sujeto del estudio a tiempo completo para ayudarlo con la adhesión a la dieta cetogénica.

El protocolo para el estudio de la Universidad Johns Hopkins era casi igual que el que yo planeaba hacer con mis padres.

Un pequeño estudio familiar de N = 3

El domingo 19 de febrero de 2018, comenzamos nuestro experimento. Pesé a mis padres y medí su estatura, cintura, pierna, cadera y la circunferencia del brazo. Ninguno de los dos tuvo sobrepeso en toda su vida; que perdieran demasiado peso y se volvieran demasiado frágiles era una preocupación. Mamá medía 157 cm y pesaba 50 kg, con un IMC de 21. Papá medía 175 cm y pesaba 73 kg con un IMC de 23.6. No habría ayuno de ningún tipo y me aseguraría de mantener sus calorías altas para tratar de prevenir la pérdida de peso.

Afortunadamente, mi madre no toma ningún medicamento recetado, una rareza para una persona mayor, por lo que no tuvimos que preocuparnos por los efectos de los medicamentos para ella. Mi padre toma cinco medicamentos: un diurético y bloqueador beta para la presión arterial y una insuficiencia cardíaca leve (tuvo un pequeño ataque cardíaco silencioso hace unos 15 años), un medicamento para la tiroides hipoactiva y warfarina y una aspirina infantil para la fibrilación auricular y para la prevención de apoplejía. Como médico, estaba seguro de que sus niveles de medicamentos estarían bien.

Esa tarde, antes de comenzar la dieta keto, les tomé, a cada uno por separado, el examen de Evaluación cognitiva de Montreal (MoCA). Es una prueba validada de 30 puntos y 15 minutos que los médicos de cabecera pueden tomar en su consultorio para identificar a los pacientes con deterioro cognitivo. La prueba tiene una serie de tareas que incluyen dibujar una esfera de reloj con las manecillas en un momento específico, dibujar una forma geométrica, nombrar imágenes de cuatro animales exóticos, recordar cinco palabras sin preguntar, restar sietes en secuencia desde un número inicial y hacer otras pruebas visuales, verbales, de función ejecutiva, de razonamiento y de memoria.

Papá, que aún lee el diario médico “The Lancet” todas las semanas y devora casi un libro cada dos días, solo tuvo problemas demorando al recordar cuatro de las cinco palabras. Obtuvo una puntuación normal de 26/30.

Mamá luchó con varias secciones: poner las manecillas en la esfera del reloj en el momento adecuado, dibujar la forma geométrica 3D, nombrar a los animales exóticos y restar sietes, hacer una lista de todas las palabras que sabía que comenzaban con F. Pero no tuvo problemas con la atención ni demoró al recordar las palabras. Obtuvo un resultado más bajo de lo que esperábamos, cerca de los veinte puntos.

Comidas deliciosas, sin hambre, sin gripe keto

Durante las siguientes dos semanas seguimos las recetas cetogénicas de Diet Doctor para el desayuno, el almuerzo y la cena. Huevos (fritos, revueltos, escalfados, al horno) y tocino o salchicha eran elementos típicos del desayuno, generalmente acompañados con palta y tomates cherry. Para variar, algunos días probamos las diferentes recetas de panqueques keto, siempre servidas con crema batida y arándanos. La receta de panqueques hechos de requesón fue la favorita. El café de la mañana y el té de la tarde, con crema de leche entera y una cucharada de aceite de coco.

Un almuerzo típico era una ensalada con sopa casera (como verduras y carne con caldo de huesos o sopa de champiñones en una salsa de crema de leche entera), a menudo con un plato de queso y galletas saladas de semillas. La cena solía ser una proteína simple: un trozo de pescado (agregando alcaparras al delicioso salmón al horno con limón) o carne (pollo asado, carne asada) con una ensalada y verduras (siempre con mantequilla o una salsa de queso). La cazuela keto de repollo relleno y el gratinado low carb de brócoli y coliflor con salchichas también estaban entre los favoritos, y siempre quedaba bastante para el almuerzo. Las bayas y la crema de leche, con un cuadrado de chocolate 85 % cacao, era el postre típico de la noche.

“La comida era deliciosa y nunca tuvimos hambre”, dijo mi madre.

Mamá y yo disfrutamos trabajando juntas en la cocina; fue un momento de crear vínculos y de compartir, planificábamos las comidas, comprábamos, picábamos y cocinábamos juntas. Papá siempre era el encargado de preparar y limpiar la mesa: él carga la lavadora de platos como un ingeniero eficiente.

Habíamos eliminado las comidas típicas, como el pan, las papas, el arroz y un postre nocturno con alto contenido de carbohidratos. Lo único que papá extrañaba era el trozo ocasional de la tarta de manzana de mamá, pero cuando preparamos el postre de manzanas asadas low carb, su antojo fue fácilmente satisfecho. (“¡Y fue mucho más fácil que hacer una tarta!”, dijo mamá).

El Ketostix indicó que ambos entraron en cetosis leve en dos días, sin gripe keto ni ningún otro efecto secundario. Cada pocos días medía sus cetonas en sangre con más exactitud para compararlas con los resultados del Ketostix.

Aunque los tres comíamos exactamente la misma dieta, incluso con porciones casi idénticas, nuestros resultados de cetonas eran bastante diferentes entre sí. He estado comiendo keto durante tres años y mis marcadores de sangre mostraron que estaba en cetosis óptima todo el tiempo, con lecturas de sangre que iban desde 1.9 mmol / L hasta 3.3 mmol. Las cetonas de mamá oscilaron entre 0.7 y 1.3 mmol / L. Papá osciló entre 0,6 y 0,9 mmol / L, nunca más alto. No tengo idea de por qué… ¿podrían ser diferentes niveles de función hepática para descomponer la grasa y convertirla en cetonas? El grupo de Cunanne ha publicado hallazgos de que no hay diferencias en la capacidad de los adultos más jóvenes en comparación con los adultos mayores para producir cetonas. “La respuesta diferente de la cetona en diferentes personas es muy conocida y es difícil de explicar”, me dijo.

Sin embargo, a pesar de mi cetosis óptima, mi peso se mantuvo estable todo el tiempo en 62 kg. Mamá bajó 1 kg y papá bajó 2 kg en los primeros cinco días, y después se quedó en ese peso. Me preocupaba que si seguían perdiendo peso, tendríamos que detener el experimento. Pero después de esa primera semana, no perdieron más peso. Agregué mantequilla, crema batida y aceite de coco a absolutamente todo, tal vez es por eso que mis cetonas estaban tan altas pero mi peso se mantenía estable. No estaba quemando nada de mi propia grasa corporal y las cetonas en mi sangre reflejaban toda la grasa que estaba comiendo.

¿Qué mostraron las pruebas cognitivas?

Después de dos semanas de cetosis, hicimos otra versión de la prueba MoCA (mismo estilo básico, preguntas diferentes). La puntuación de papá aumentó 3 puntos a 29/30 (él admitió que practicó memorizando una lista de palabras durante esos días, pero la motivación mental y el estar estimulado cuenta como válido). Mamá subió cinco puntos hasta 22 puntos sobre 30, una mejora significativa. Los resultados fueron impresionantes para nosotros. Informaron, sin embargo, que no se sintieron diferentes físicamente. La cetosis no les dio un arrebato de energía ni sentimientos subjetivos de claridad mental, como les pasó a sus hijas. Pero, de todas maneras, les gustó mucho la comida.

Dos semanas después, con un total de cuatro semanas de alimentación keto, hicimos una vez más otra versión de la prueba. Papá mantuvo su 29/30, lo que es genial para un hombre de 92 años. Mamá se sintió ansiosa y asustada por la prueba por primera vez. Traté de que lo vea como algo sin importancia y que se sintiera cómoda, que la viera como un interesante experimento familiar. Pero ambas sabíamos que sus resultados realmente le importaban. Bajó dos puntos, a 20/30, aún así más alto que su puntaje original antes de la dieta keto, pero no tan alto como esperábamos. ¿Fue sólo un mal día? No estábamos seguros “No me sentía tan bien. Estaba muy nerviosa y creo que me congelé un poco”, me dijo.

Al día siguiente, llegó el momento de volar a casa con mi esposo e hijos. Pero mi mamá y mi papá decidieron mantener la dieta keto por sí solos durante el mayor tiempo posible, al menos hasta principios del verano. Quieren mantener la dieta al menos las 12 semanas que los ensayos clínicos actuales exigen.

¿Se privarán entonces de la fruta fresca y el maíz dulce, encantadora recompensa veraniega de las granjas locales de las afueras de su pequeño pueblo? Ellos no están seguros. A los 92 años, saben que no tienen muchas más oportunidades de comer productos frescos de los puestos de los agricultores.

Pero la dieta cetogénica tiene sentido para ellos.

“Entiendo ahora de qué se trata, y sé que no es tan difícil de hacer”, dice mamá. “Creo que podría ayudarnos”.

“Vamos a mantener el rumbo”, dijo papá.

Puede que sea imposible hacer retroceder el paso del tiempo, pero ellos sienten una sensación de control y comodidad tratando, por ahora, de obtener más cetonas en el cerebro. Como dice papá, no tienen nada que perder intentándolo.


Anne Mullens

 

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