Rosquillas Vault

Kristie haciendo kayak

“¿Eres foodie?”, preguntó la mujer sentada a mi lado. Me había despertado a las 5 de la mañana estando de vacaciones para tomar un taxi a las 6 y hacer cola durante más de una hora y media en The Vault, una tienda especializada en rosquillas. Había descubierto esta tienda de rosquillas en una revista, y ya sabía cada uno de los sabores que quería probar.

Los dos pedimos dos docenas de rosquillas de casi una docena de sabores. Nos sentamos en mesas de picnic justo fuera de la pequeña tienda con una botella de leche y probamos cada sabor. Mientras degustábamos cada unos de los sabores gourmet, hicimos comentarios no solo entre nosotros, sino con las personas alrededor. Fue entonces cuando una de las mujeres que estaban sentadas cerca notó mi satisfacción por mi conquista y me preguntó: “¿Eres una foodie?”.

Hice una pausa. Todo nuestro viaje a Chicago había sido planeado en torno a comidas para degustar y restaurantes para visitar. ¿Era una foodie? Una definición del término es alguien que busca comida como hobby en vez de comer por hambre. Un foodie está “muy interesado en la comida”.

Esto es lo que recuerdo de mi viaje a Chicago. El taxi de la mañana temprano a The Vault, la tienda de rosquillas que era tan pequeña que solo 3 o 4 clientes podían estar de pie dentro a la vez, mientras que la cola para pedir daba la vuelta a la manzana. Cuando se acabaron las rosquillas, The Vault cerró. Llegamos allí más de una hora antes de que abriera para poder estar entre los primeros en la cola.

También comimos pizza de masa gruesa en la pizzeria Uno y en Giordano’s, asegurándonos de llegar lo suficientemente pronto para conseguir una mesa para el almuerzo. Fui al restaurante antes que mi esposo para poder sentarme y estar lista para pedir. Estábamos orgullosos de nuestra estrategia, que nos permitió comparar los dos restaurantes icónicos y ahorrar tiempo.

Otro día hicimos un trayecto de 30 minutos en taxi por la ciudad para comer una famosa pizza al revés en tazón. Este sitio solo aceptaba efectivo, así que tuvimos que desviarnos también para ir a un cajero automático. Tuvimos que cronometrar esa salida para volver a por nuestras valijas al hotel y tomar el vuelo a casa.

También vimos dos películas mientras estábamos en Chicago y descubrimos uno de nuestros restaurantes favoritos de todos los tiempos: el Purple Pig. Está justo en Magnificent Mile, ¡era un lugar fantástico! Esperamos en la cola tres días diferentes e incluso nos sentamos en mesas con personas que no conocíamos para probar sus deliciosas comidas.

Fue allí donde tomamos cuello de cerdo en salsa de tomate, lo que me inspiró para hacer mi propia versión en casa. ¡Nos gustó tanto que incluso hice una versión baja en carbohidratos! A pesar del nombre, confía en mí, ¡amarás ese plato! El Purple Pig estaba a unos pocos metros del hotel, y encontramos un sitio para desayunar que estaba a solo una cuadra para que no tener que caminar muy lejos.

Era julio de 2012, un año antes de que comenzara a comer bajo en carbohidratos y alto en grasa. Tenía cuarenta y pocos años y pesaba más de 115 kg (250 lb). Recibí mis primeras inyecciones de esteroides epidurales cuando comencé el proceso de control del dolor de espalda la semana antes de nuestro viaje.

Pasamos esos cinco días recorriendo la ciudad en busca de comidas que había descubierto con mucha anticipación. Aparte de un breve paseo por Navy Pier, nuestra visita se centró en la comida. Utilizando revistas y guías por internet, ¡planeamos el viaje en torno a las comidas que queríamos encontrar y conquistar! En cuatro días y medio, pasamos varias horas al día centrados en la comida. Incluso cenamos una noche, luego fuimos a ver una película y bebimos y comimos palomitas de maíz. ¡Nos comimos Chicago!

Tan solo los viajes en taxi a los restaurantes de comida gourmet fueron un total de tres horas. El tiempo de espera haciendo cola en estos famosos lugares fue de al menos siete horas. Eso son diez horas del día para seis de las once comidas que comimos en Chicago. Teniendo en cuenta que probablemente pasamos una hora pidiendo, comiendo y hablando, ¡eso son casi 24 horas comiendo en solo cuatro días y medio! Ninguno era barato.

Busca cosas que hacer en Chicago. Nosotros, aparte de caminar por Navy Pier, no hicimos ninguna. Cuando pienso en las horas que pasamos siendo “foodies”, esas fueron horas en las que no vivimos al completo. Las rosquillas y las pizzas pastosas en realidad nos estaban enfermando. Esas horas comiendo o esperando para comer o trasladándonos para comer nos impidieron conocer la ciudad de verdad.

Mi familia comenzó a comer bajo en carbohidratos y alto en grasa un año después, en el verano de 2013, y ¡nuestras vacaciones cambiaron drásticamente!

En el verano de 2014, un año después de comenzar a comer bajo en carbohidratos, fuimos a Hawái. ¡Permíteme hablarte de nuestro increíble viaje! ¡Hicimos senderismo en un volcán! ¡Montamos en kayak en el mar! ¡Buceamos en superficie con tubo, y mi esposo y mi hija hicieron buceo submarino! Montamos en helicóptero, jugamos en piscinas y exploramos las mejores playas. Nos topamos con un genial restaurante de mariscos y disfrutamos de omeletes frescas una mañana, pero el recuerdo del resto de comidas durante esos 10 días está un poco borroso. No nos comimos Hawái. ¡VIVIMOS Hawái!

YosemiteEn el verano de 2016 fuimos a Yosemite, San Francisco y la costa norte de California. ¡Caminamos por las cataratas de Upper Yosemite! ¡Estaba en ayunas! Recuerdo la hamburguesa con queso que devoré esa tarde, ¡pero solo porque fue carísima!

Disfrutamos de comida fantástica con amigos que comen bajo en carbohidratos en San Diego, y recuerdo mejor sus caras sonrientes que lo que comimos. Caminamos por China town y tomamos un ferry a la Isla de los Ángeles. Encontramos un Trader Joe’s para “provisiones”, caminamos por varias playas y nos apresuramos a atrapar puestas de sol en lugar de restaurantes. Probé la fondue China en China town, y fue una experiencia divertida que también nos permitió seguir con el plan. En nuestros doce días de viaje, fuimos caminando a todos los sitios que pudimos, incluido el puente Golden Gate.

El espíritu viajero es real. Viajar nos lleva fuera de nosotros mismos y nos da la oportunidad de ver, explorar y hacer cosas que no hay en el patio de casa. Ahora quiero viajar de forma diferente.

Me imagino mi próximo viaje a Chicago. Aunque podría disfrutar de una comida en The Purple Pig, no determinará mi itinerario de viaje. Tal vez vaya al museo Field o participe en una clase de yoga al aire libre en Millenium Park. También podría comprar en una de las pequeñas tiendas en Magnificent Mile, ¡ya que ya no tengo que preocuparme de si tienen tallas grandes!

Sin importar cómo sea este futuro viaje, puedo asegurarte que no haré cola en de The Vault. Soy libre.


Kristie Sullivan

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Acerca de Kristie

Kristie Sullivan comenzó una alimentación baja en carbohidratos en 2013 después de luchar toda su vida con la obesidad.

A causa de su éxito personal, empezó a ayudar a otras personas para que aprendan a hacer de la alimentación baja en carbohidratos un delicioso estilo de vida. Abrió un canal en YouTube, Cooking Keto with Kristie (Cocinando Keto con Kristie), y publicó una colección de sencillas recetas cotidianas con bajos carbohidratos que se llama Un Viaje hacia la Salud: Un viaje que vale la pena hacer.

Kristie promueve una alimentación muy baja en carbohidratos que se basa en comer limpio. También tiene una página en Facebook que se llama Simply Keto y un grupo de Facebook cerrado que se llama “Low Carb Journey to Health (Cooking Keto with Kristie)”.

Kristie vive con su familia en la hermosa región de Sandhills en Carolina del Norte. Tiene un doctorado en Investigación Educacional y Análisis de Políticas de la North Carolina State University y trabaja en asesoramiento de educación superior, evaluación, investigación y acreditación.

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