La economía de la diabetes

Pastillas y billetes

La insulina, descubierta por primera vez en 1921, revolucionó el tratamiento de la diabetes de tipo 1. El Dr. Banting autorizó la fabricación de insulina a compañías farmacéuticas sin patente porque creía que este medicamento, que salva vidas de los pacientes de diabetes de tipo 1, debería estar disponible para cualquiera que lo necesite.

Entonces, ¿por qué es tan difícil permitirse la insulina hoy en día?

Solo tres compañías farmacéuticas fabrican insulina en los Estados Unidos: Eli Lilly, Sanofi y Novo Nordisk. Se estima que en 2012 tan solo la insulina le costó al sistema de atención médico de los EE. UU. 6 mil millones de dólares. ¿Cómo pueden ganar tanto dinero con un producto centenario? En 2013, según firecepharma.com, el medicamento más vendido para la diabetes fue… Lantus, una forma de insulina de acción prolongada.

Así que, después de todas las investigaciones en los últimos 95 años, ¿el mejor medicamento para ganar dinero era insulina? Sí, señor. En todo el mundo, tan solo este medicamento generó 7 mil 592 millones de dólares. Hablamos de miles de millones, no de millones. Pero todo son buenas noticias para las grandes empresas de insulina. De entre los diez primeros medicamentos, varias insulinas también ocuparon el puesto núm. 3, 4, 6, 7, 9 y 10. ¡Santas extensiones de patentes! Un total de siete de los diez primeros medicamentos para la diabetes son insulina, un medicamento con casi un siglo de antigüedad. Es como si tu abuelo de 95 años ganara a LeBron James jugando al baloncesto.

InyeccionesAjustar la molécula de insulina permite conseguir más patentes y se puede evitar que haya medicamentos genéricos más baratos. Que esto atente claramente contra la intención original del Dr. Banting no importa.

No hay evidencias claras de que estas nuevas insulinas sean más efectivas que las antiguas. Si bien hay algunos beneficios teóricos, los resultados para la diabetes de tipo 2 solo han empeorado aun cuando estas insulinas más nuevas se han recetado en mayor medida.

Subir los precios es otra técnica lucrativa. De 2010 a 2015, el precio de las insulinas más nuevas aumentó entre un 168 a un 325 %. Sin competencia genérica, existe una clara connivencia entre las empresas para mantener los precios altos. A fin de cuentas, hay que mantener a los accionistas contentos y el director general necesita un jet privado.

Cuando se descubrió la insulina, la diabetes de tipo 2, aunque todavía era relativamente infrecuente tenía algunos tratamientos disponibles. La metformina, la clase más potente de la clase de biguanida, se descubrió poco después de la insulina y se describió en la literatura científica en 1922. En 1929, su efecto reductor de azúcar se observó en los estudios con animales, pero no fue hasta 1957 en que se utilizó por primera vez en humanos para el tratamiento de la diabetes.

Se introdujo en el Formulario Nacional Británico en 1958 y en Canadá en 1972. No fue aprobado por la FDA en los Estados Unidos hasta 1994 debido a la preocupación por la acidosis láctica. Ahora es el medicamento para la diabetes más recetado en el mundo.

La clase de fármacos de sulfonilureas se descubrió en 1942, se introdujeron en Alemania en 1956. En 1984, se introdujeron sulfonilureas de segunda generación más potentes en los Estados Unidos. Estos medicamentos estimulaban el páncreas para liberar más insulina, lo que reducía la glucemia. Tenía muchos efectos secundarios, incluida una hipoglucemia grave, pero demostraron ser efectivos para reducir los niveles de glucosa en sangre. Durante décadas, estas dos clases de fármacos fueron los únicos medicamentos orales disponibles para el tratamiento de la diabetes de tipo 2.

Gráfico obesidad

Incluso mientras que la cifra de medicamentos para la presión arterial y el colesterol se disparaban, la clase de medicamentos hipoglucemiantes orales estaba anclada en la rutina. Era tan simple como que las empresas farmacéuticas no podían ganar dinero con ellos. El número de pacientes era demasiado pequeño, y los beneficios de estos fármacos eran cuestionables. Pero la situación pronto cambió.

En 1977, las guías alimentarias para los estadounidenses se presentaron a un público estadounidense desprevenido y la grasa alimentaria era el enemigo público núm. 1. La subsecuente ingesta alta de carbohidratos tendría consecuencias imprevistas y la epidemia de obesidad pronto floreció. Y siguiéndola, como un perrito faldero, vino la epidemia de diabetes de tipo 2.

En 1997, la Asociación Estadounidense de Diabetes redujo la definición de glucemia de la diabetes de tipo 2, y de inmediato más de 1,9 millones de estadounidenses pasaron a ser calificados como diabéticos.

La prediabetes experimentó un cambio similar en su definición en 2003. Esto etiquetaría a 25 millones de estadounidenses más como en estado de prediabetes. Con las cifras en crecimiento, la justificación económica para desarrollar fármacos para la diabetes cambió totalmente. Si bien existe un amplio consenso de que la prediabetes se trata mejor con cambios de hábitos, los grupos de defensa pronto adoptaron el concepto de la terapia farmacológica.

Las pautas se han reducido tanto que en el año 2012 la prevalencia de diabetes en adultos estadounidenses era del 14,3 % y de la prediabetes del 38 %, llegando a que hasta un 52,3 % de los estadounidenses tenían prediabetes o diabetes. Esta era ahora la nueva normalidad. Era más frecuente tener prediabetes o diabetes que tener niveles normales de glucosa en sangre. La diabetes es la nueva tendencia.

En 1999, la economía de la diabetes estaba en auge. En 1999, la FDA aprobó la rosiglitazona y la pioglitazona para el tratamiento de la diabetes de tipo 2. Después cayeron en desuso debido a preocupaciones sobre cardiopatías y cáncer de vejiga. Pero prácticamente no importó. El dique había reventado. Desde 2004 hasta 2013, salieron al mercado no menos de treinta nuevos medicamentos para la diabetes.

En 2015, las ventas de medicamentos para la diabetes habían alcanzado los 23 mil millones de dólares, más que los ingresos combinados de la NFL, la MLB y la NBA. Era un negocio enorme.

Si bien todos estos medicamentos disminuyeron los niveles de glucosa en sangre, los resultados clínicamente importantes, como la reducción de los ataques cardíacos o accidentes cerebrovasculares, la ceguera u otras complicaciones de la enfermedad, no mejoraron. Toda la industria de la diabetes giraba alrededor de reducir los niveles altos de glucemia en vez de ayudar a los pacientes. La enfermedad es una mayor resistencia a la insulina, sin embargo, los tratamientos se basaron en la disminución de la glucosa en sangre. Tratábamos los síntomas en vez de la enfermedad real.

Sigue la pista al dinero

En 2003, la Asociación Estadounidense de Diabetes cambió la definición de prediabetes y añadió a otros 46 millones de adultos a sus filas. En 2010, la definición se amplió aun más con el uso de la HgbA1C. Supuestamente para ayudar con el diagnóstico y el tratamiento tempranos, quizá no sea una coincidencia que 9 de los 14 expertos externos de este comité trabajen en diversos cargos con las gigantes compañías farmacéuticas que fabrican medicamentos para la diabetes y se preparan para cosechar un flujo interminable de dinero.

Mientras que a los miembros individuales les pagaban millones de dólares, la asociación en sí ganó más de 7 millones de dólares en 2004 de sus “socios” farmacéuticos. Para 2012, más del 50 % de la población estadounidense estaba considerada diabética o prediabética. Misión cumplida. Tachán. Se había creado el mercado para el consumo de medicamentos.

Los conflictos de intereses solo empeoraron. En 2008, el Colegio Americano de Endocrinología y la Asociación Estadounidense de Endocrinólogos Clínicos publicaron una declaración conjunta sobre la prediabetes, animando a los médicos a considerar un tratamiento farmacológico para los pacientes de alto riesgo, a pesar de que la FDA todavía no había aprobado ningún medicamento.

¿Estaban estos imparciales académicos dando una opinión sincera? Difícilmente. A 13 de los 17 integrantes de ese comité se les pagaba como ponentes y consultores de compañías de medicamentos para la diabetes.

Para el año 2013, estos grupos de “defensa” recomendaban el tratamiento farmacológico de la prediabetes con mayor contundencia si los cambios de hábitos no funcionaban. ¿Altruista? Difícilmente. Ese año, más de 8 millones de dólares de dinero de las grandes farmacéuticas ayudaron a dar forma a su opinión positiva.

Gráfico detección de diabetes

13 de los 19 médicos del comité que hicieron la recomendación, incluido su presidente, fueron remunerados como consultores, ponentes o asesores de compañías farmacéuticas que, sorpresa sorpresa, fabricaban medicamentos para la diabetes. Los pagos ascendieron a 2,1 millones de dólares desde 2009.

Si bien los pacientes ya no podían pagar las inyecciones de insulina, había mucho dinero en efectivo para las asociaciones de diabetes. ¿Cenas elegantes? Sí. ¿Viajes de lujo? Sí. ¿Grandes cheques? Sí.

La historia sería totalmente diferente si estos medicamentos realmente ayudaran a los pacientes de forma significativa. Ninguno de los medicamentos actuales está aprobado para la prediabetes. El motivo por el que no los usamos es porque son inútiles.

La detección de la diabetes ya ha demostrado ser en gran medida inútil con la cosecha actual de medicamentos. Todos podemos coincidir en que la diabetes de tipo 2 es una enfermedad de alta resistencia a la insulina, pero los medicamentos actuales solo tratan los niveles altos de glucosa en sangre.

La diabetes de tipo 2, en esencia, es una enfermedad relacionada con demasiada azúcar en el cuerpo, no solo en la sangre. Sin embargo, la mayoría de nuestros medicamentos, desde la metformina hasta la insulina, no eliminan la azúcar del cuerpo. Solo la mueven de la sangre al cuerpo. Pero si esta azúcar es tóxica en la sangre, ¿por qué no sería tóxica dentro del cuerpo?

Solo estamos moviendo la azúcar de un lugar donde podemos verla (la sangre) a un lugar donde no podemos (el cuerpo) y luego fingir que las cosas han mejorado, pero sabiendo durante todo el tiempo que no hemos cambiado la situación. Mientras que los cambios de hábitos mejoran claramente la salud, los medicamentos claramente no lo hacen.

La detección solo produce mejores resultados si hay un tratamiento lógico. Dado que nuestro tratamiento para la prediabetes consiste en medicamentos ineficaces, el diagnóstico precoz es inútil. Pero este hecho inoportuno no le importa a las grandes farmacéuticas y a sus secuaces. Siempre que puedan controlar las asociaciones de diabetes, habrá dinero que podrán ganar.

Esto explica en gran medida la reticencia de las asociaciones de diabetes y los endocrinólogos de todo el mundo a reconocer la devastadora verdad: la insulina simplemente no ayuda a los pacientes a largo plazo. Con tanto dinero sobre la mesa, ¿quién crees que financia toda la investigación en las universidades, paga la matrícula de las escuelas privadas y patrocina todos los eventos de “diabetes”? Las empresas de insulina. Pero hay que pagar al flautista de Hamelín. La moneda del reembolso es la ceguera, la insuficiencia orgánica, las amputaciones y la muerte.

Dr. Jason Fung

 
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El Dr. Fung tiene su propio blog en idmprogram.com. También publica frecuentemente en Twitter.

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