Grasa saturada o azúcar: ¿cuál es la causa del hígado graso?

Hígado graso

La enfermedad del hígado graso no alcohólico es un problema de salud común que puede empeorar hasta producirse un fallo hepático en el caso de algunos pacientes.

Afortunadamente, no tiene por qué ser una enfermedad progresiva. Varios estudios a pequeña escala han mostrado que las dietas bajas en carbohidratos y cetogénicas son tratamientos efectivos para el hígado graso no alcohólico.

Sin embargo, un nuevo artículo publicado en Diabetes Care, una revista con revisión científica externa, parece indicar que la grasa saturada es un desencadenante mucho mayor para la grasa hepática que el azúcar, un hallazgo que contradice los estudios sobre alimentación baja en carbohidratos que hemos mencionado. ¿Cómo puede ser?

Para empezar, echemos un vistazo al estudio. En él se asignó de forma aleatoria a 16 varones con sobrepeso a una dieta con ácidos grasos saturados o a una dieta con azúcar durante cuatro semanas, tras las que se pasaron a la otra dieta.

Expliquémoslo de forma más detallada: los participantes siguieron una de las dos dietas durante cuatro semanas. Después tuvieron un periodo de reposo de siete semanas en que volvieron a sus patrones de alimentación normales. Una vez que pasaron las siete semanas, siguieron la dieta alternativa durante cuatro semanas.

El estudio halló que las personas que siguieron la dieta con ácidos grasos saturados mostraron un aumento de la grasa hepática, además de un ligero empeoramiento de la respuesta a la glucemia y la insulina.

Esto plantea dos cuestiones importantes: ¿cómo puede una dieta rica en ácidos grasos saturados causar un empeoramiento de la grasa hepática y de la respuesta a la glucemia? Y, ¿cómo puede ser que una dieta tan alta en azúcar no cause lo mismo?

La primera pregunta es bastante fácil de responder.

Las personas que siguieron la dieta con ácidos grasos saturados consumieron casi 400 kcal más que en su situación inicial, y casi 300 kcal más que las personas que siguieron la dieta con azúcar. El exceso de calorías tiene importancia.

Además, es importante no confundir la dieta con ácidos grasos saturados con una dieta baja en carbohidratos y alta en grasas. En la dieta con ácidos grasos saturados los voluntarios comieron 239 g de carbohidratos al día. En otras palabras, aproximadamente el 35 % de sus calorías fueron en forma de carbohidratos.

Esto proporciona más evidencias de que una dieta que sea alta en carbohidratos y en grasas es problemática desde un punto de vista metabólico y de grasa hepática. Pero está claro que no fue una dieta baja en carbohidratos y alta en grasas.

¿Es eso importante? Sí, lo es.

Estos hallazgos están en contraposición de forma directa con los efectos de las dietas bajas en carbohidratos, que también son altas en grasas saturadas. Las dietas ricas en grasas saturadas pero con menos carbohidratos y menos calorías son beneficiosas para reducir la grasa hepática, como ya hemos mencionado.

Aunque este estudio no lo dice de forma específica, probablemente podemos llegar a la conclusión de que el problema no es la grasa saturada en sí misma, sino la dieta en su conjunto.

Puedes leer más sobre nuestra postura sobre la grasa saturada, incluyendo cómo hay que tener en cuenta los alimentos individuales en vez del macronutriente en sí mismo, en nuestra guía basada en evidencias.

Más difícil es la pregunta de por qué la dieta alta en azúcar no causó un aumento de la grasa hepática.

Quizá simplemente sea necesario más tiempo para que se muestre una diferencia. Por ejemplo, un estudio mostró un aumento significativo de la grasa hepática tras un aumento del consumo de bebidas azucaradas durante seis meses. Sin embargo, otros estudios han mostrado efectos similares con un aumento del consumo de la fructosa durante solo nueve días.

¿Podría estar esto relacionado con el tipo de azúcar? No cabe duda de que es posible que la fructosa tenga un efecto más inmediato, mientras que la sacarosa tarda más en manifestarse.

El hallazgo de este estudio también podría tener que ver con el consumo calórico, sobre todo ya que un consumo calórico más alto exagera el efecto nocivo. Estas son preguntas interesantes que el estudio actual no responde, pero nos hace pensar.

No obstante, la conclusión es que hay que asegurarse de no confundir este estudio con una dieta baja en carbohidratos, que ha mostrado en múltiples estudios ser beneficiosa para reducir la grasa hepática, además de los niveles de glucosa e insulina, incluso con un aumento del consumo de grasa saturada.

Esto se suma a las evidencias de que no se puede hablar de forma confiable sobre los macronutrientes —ya sea la grasa total, la grasa saturada o incluso los carbohidratos— por separado. Lo que les acompaña, la composición total de la dieta y la cantidad total de calorías conforman nuestra reacción a estos diferentes macronutrientes. Esto es aplicable tanto para la salud metabólica como para la grasa hepática.

Si quieres orientación sobre cómo crear una dieta baja en carbos que te funcione, echa un vistazo a nuestro Reto keto para ayudarte a empezar.

Gracias por leernos,

Dr. Bret Scher, FACC

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