La dieta cetogénica: músculos contentos funcionando con grasas

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Durante las últimas semanas de mi bastante activa vida (andar en bicicleta al trabajo, hacer senderismo en las montañas con amigos, hacer kayak, paddleboard, competir en carreras de barco dragón e incluso hacer ejercicio en el gimnasio local) he notado algo fascinante: mis músculos se sienten genial.

De hecho, a mis 59 años, se sienten y funcionan mejor ahora en todos los ámbitos de mi vida de lo que lo hacían cuando tenía 20, 30 o 40 años.

Tienen más fuerza. No me duelen tanto cuando hago ejercicio; no se fatigan tan fácilmente ni me dan problemas cuando están bajo presión. Y después de un duro entrenamiento, no se sienten tan doloridos al día siguiente como solían hacerlo.

He llegado a una sola conclusión: mis músculos funcionan mucho mejor con grasa de lo que nunca lo hicieron con glucosa.

Me di cuenta de la diferencia este mes pasado, después de salirme de la dieta cetogénica cuando estuve en la casa de campo familiar. He estado de forma estable en cetosis durante casi dos años, desde que me asustó la prediabetes en el otoño de 2015 y me pasé a la dieta cetogénica. En la publicación que escribí sobre el desliz en la casa de campo, bromeé sobre que la única consecuencia de salirme del camino keto fue que mi tiempo de reacción y el rendimiento en nuestros torneos de spike ball de casa disminuyeron significativamente.

Pero en realidad no era una broma. Mi rendimiento disminuyó. Me enorgullece decir que cuando llegué por primera vez a la casa de campo, era una quemadora de grasa adaptada a la dieta cetogénica y gané el muy competitivo primer torneo de spike ball con mi sobrina como compañera. “¡Tía Anne, eres súper!”, los jóvenes sobrinos y sobrinas (a quienes vencí) me chocaron los cinco. Al final de la semana, con la misma compañera, pero ahora comiendo una dieta alta en carbohidratos, rendí de forma pésima: lenta y floja. Solo cinco días antes éramos imbatibles, y ahora éramos incapaces de ganar. Y era todo por mí.

Aquel peor rendimiento físico mientras estaba fuera de cetosis realmente me impactó el primer día que llegué a casa. Ando en bicicleta por la misma ruta para ir al trabajo todos los días, pero a la vuelta, las colinas eran de repente más duras. Los músculos de las piernas me dolían y rápidamente me sentía fatigada en las pendientes, en cuestión de segundos. No tenía problemas con los pulmones pero sentía débiles las piernas. Solo lo había dejado durante 10 días. Me mantuve muy activa. Lo único que había cambiado era mi dieta, añadiendo suficientes carbohidratos para sacarme de cetosis.

Una reflexión sobre los músculos en keto

Esa noche, tuve una revelación ya que estaba llevando un gran montón de ropa limpia por los tres tramos de escaleras en nuestra vieja casa. Me dolían las piernas y me sentí extremadamente pesada en el último piso. De repente, recordé que durante muchos años, antes de la dieta keto, ese extraño y pesado dolor había sido rutina cuando hacía esa tarea. En aquel entonces, había llegado a la conclusión de que, junto con el ardiente deseo de hacer una renovación para trasladar la ropa desde el sótano al piso superior, tenía que entrenar más y estar más en forma.

Pero aquí está la cosa: durante esos años hice ejercicio todo el tiempo y esa sensación de piernas de plomo nunca desapareció, sin importar cuántas prensas de piernas y sentadillas hiciera. Fui a entrenadores personales, intenté diferentes rutinas de entrenamiento. Me esforzaba hasta tener fatiga muscular y dolor y me preguntaba: “¿Desaparecerá esta sensación cuando me ponga lo suficientemente en forma? “. Y no estaba en el sofá todo el tiempo. Había sido una deportista de competición en mi adolescencia y en la veintena, y muy activa toda mi vida.

Ese extraño y pesado dolor muscular empeoró mucho durante dos períodos muy estresantes de mi vida (e incluía fatiga, debilidad, entumecimiento, fasciculaciones —espasmos musculares— y calambres), me remitieron a neurólogos para que investigaran si tenía esclerosis múltiple u otras afecciones neurodegenerativas, algo que afortunadamente no fue así. Me doy cuenta ahora, sin embargo, de que durante los dos momentos de gran estrés, los carbohidratos en forma de pasta y patatas fueron lo que comí a diario. ¿Estaba todo relacionado?

Cuando llevaba el montón de ropa de repente me di cuenta: debía de estar relacionado. No había sentido ese dolor plomizo y pesado durante dos años estando en cetosis en ninguna de mis actividades. Mis músculos se sentían genial.

Eso me hizo consultar la literatura médica: ¿hay alguna prueba de que las mujeres con síndrome del ovario poliquístico (que me diagnosticaron a los 19 años) tengan una reducción de la función muscular, debilidad muscular o fatiga?

La búsqueda me recompensó con múltiples artículos y estudios (más de una docena) de cómo la resistencia a la insulina del músculo esquelético causa una reducción de insulina sobre la absorción de glucosa, daña la función mitocondrial y aumenta el estrés oxidativo.

Un artículo de 2010 titulado Resistencia a la insulina del músculo esquelético en la enfermedad endocrina, tenía este revelador resumen: “En presencia del síndrome del ovario poliquístico, la resistencia a la insulina muscular se ha asociado con la fosforilación anómala de las proteínas de señalización de la insulina, la composición alterada de la fibra muscular, la reducción del suministro de insulina transcapilar, la disminución de la síntesis de glucógeno y el metabolismo oxidativo mitocondrial alterado”.

Todo tenía sentido. Durante años, sin importar lo mucho que entrenara o hiciera ejercicio, mis músculos siempre se quejaban. Pero cuando cambié mi combustible por grasa, tarareaban contentos y fuertes.

A principios de este año escribí un resumen para Diet Doctor “Ocho razones para adoptar una dieta keto baja en carbohidratos para la enfermedad ovárica poliquística“. Ahora agregaría la novena, al menos para mí: porque mis músculos se sienten mucho mejor en cetosis.

Pero me pregunto: ¿han experimentado otras personas el mismo fenómeno? Me encantaría escucharlo. No dudes en dejar un comentario a continuación.


Anne Mullens

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